La última Kermés (pregón).

Pregón de las fiestas del Carmen y el Carmín

Pola de Siero, jueves 13 de julio de 2017

@AntonioBlancoTW

Vecinos, vecinas, amigos, familia; Presidente de la Sociedad de Festejos; Reina de las Fiestas; Autoridades, Alcalde. Muchas gracias por vuestra asistencia al pregón de las fiestas del Carmen y Carmín, 2017.

Pregón de La Pola. Fuente- El Comercio. 14.07.2017
Pregón de La Pola. Fuente: El Comercio, 14-07-2017.

Jenaro, Nacho, equipo de Festejos, gracias por esta oportunidad que me habéis ofrecido para dedicar tiempo a reflexionar sobre nuestra Villa. Pedro Domínguez, mi gratitud por la foto que ha sido incluida en el programa de las fiestas, con la que me siento muy identificado.

Sé muy bien lo que deseo narrar ante esta maravillosa platea. Quiero plasmar una época que ha formado parte mi identidad; una comunidad que ya no existe pero que existió ayer, hace apenas 20 años. Comencemos…

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Recuerdo cuando acepté que la vida cotidiana que había conocido comenzaba a caminar discretamente hacia la almoneda. Fue en el velatorio de mi abuela, el día de El Carmen de 2010, hace esta semana siete años.

Un 16 de julio se despidió la Yaya, y en el tanatorio comprendí que el desfile de personas que por allí pasaron caminaba hacia el ocaso de una época. Gente ajena a la burocratización y la frialdad tecnológica del siglo XXI. Y rodeado de la estanquera que vendía Winston de contrabando y a la que yo hurtaba caramelos; recibiendo los pésames de la vendedora de ultramarinos, de los hijos del médico de cabecera y del que fuera alcalde popular, me dirigí velozmente hacia la infancia.

Mirando al ataúd cubierto de flores, los recuerdos se interpusieron en el camino. Y más, cuando la tienda de electrodomésticos en la que aprendí de mi padre el respeto al trabajo, y donde luego mi madre creó su popular academia de contabilidad, era en aquel momento un bajo vacío; y cuando aquella plaza mixta y libre de prejuicios -donde tan pronto jugabas al “churro, media manga o manga entera” con los que estaban llenos de moratones y postillas, como al cascayo o a la comba con las de la carretera de Gijón-, acabó llena de grafitis, contenedores y bulliciosas sidrerías.

Inauguración de Electrodomésticos Blanco
Inauguración de «Electrodomésticos Blanco». Bendice el negocio DonJo, el cura, a la izquierda mis padres escuchan con atención solemne…

Debo reconocer que aquel pueblo de mis bisabuelos, el de mi abuela y de mis padres, el de la plaza de Les Campes, ya sólo existe en recuerdos. Y en lugar de una sucursal del Banco Hispano Americano me encuentro una tienda de golosinas –realmente tropiezo con una cada pocos metros-, y en la Plaza ya no hay boteros ni madreñeros, mueblería ni estanco, academias de estudios ni hostal con pensión completa.

Sigo caminando por esa plaza y saludando a los que ya se han ido, a mi tío Jano el barbero, al abuelo Teo -el zapatero-, a los de la curtidora del cuero y a Visita la tendera, que siempre venía nueva de Benidorm. Sigo caminando y allí, en la casa donde siempre vivió, observo a mi abuela mirando fijamente a la plaza del pueblo. Y como si fuese una nueva versión de Good Bye Lenin, si tengo tiempo subo un rato a jugar con ella y con la tía Isabel a la perejilda para contarles que aquí, por el siglo XXI, todo sigue igual, que estén tranquilas.

Les Campes, plano humano
Plano «humano» de Les Campes, con indicación precisa de dónde vivía cada uno las últimas décadas del siglo XX. Esta curiosa representación de la vida social se encuentra en un curioso y excéntrico libro ¡Milagro! sobre el desaparecido Club de Fútbol Les Campes (Redepo, M., 2017).

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La Pola de Siero de los años ochenta y noventa era una auténtica sociedad fusión, con mezcla de aires locales y mundanos. Donde los ecos de la vida rural se mezclaban con la vida más sofisticada. Donde Mino empujaba el carrito de las gaseosas y saludaba a los del Registro de la Propiedad; donde podías hablar con Elena, en la Oficina de Información Juvenil, sobre campamentos en Inglaterra, y encontrarte a la salida con un burro amarrado a la puerta del baile.

Quizás por estas bases de fusión social he desarrollado la habilidad de moverme en entornos plurales y fluctuar entre realidades populares y sofisticadas. Y aunque uno en la vida acaba construyendo sus afinidades, no puedo negar que siento satisfacción al saber caminar por la sociedad de abajo arriba y de arriba abajo, rasgándola como un lienzo de Lucio Fontana.

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Mercau
¡Hasta el martes, en La Pola! Dicho popular para quedar en el mercado de los martes. Imagen: Ayto. de Siero – área de Turismo.

El mercado de los martes, donde comprar frutas y legumbres, gallinas ponedoras y pollitos de colores, convivía con la más absoluta normalidad con la fabulosa terraza del El Rasán, inspirada en París según los más soñadores (e incluso dice la leyenda urbana que los propietarios de esta pastelería, Merche y Ramón, tenían allí un apartamento para escapadas de compras y descanso).

No sé si la leyenda se ajustaba o no a la realidad, pero lo que sí puedo asegurar, es que desde aquella terraza se analizaba con métodos propios de investigación social la dinámica de un grupo determinado: los de la Pola de los 3.000 –que hasta se tuvo el afán científico de estimar el número de los de la Pola de to la vida-. LPTV, que podríamos decir hoy.

Publicidad de El Rasán

En alguna ocasión, la mirada lanzada desde una sencilla terraza o desde el escaparate de un comercio cualquiera, lograba alcanzar la capacidad de visión de un telescopio de la Nasa.

Tal era esta mirada, que en mi último año de estudiante en Salamanca, perdí la cabeza por la gogó del Pachá que habían abierto a la orilla del Tormes. Por carambolas y otras circunstancias de la vida acabé paseando por la Plaza Mayor con esta gogó, mulata de origen guineano y estudiante de Filología francesa.

Todos los miércoles llamaba a casa después de cenar para resumir la vida de la semana, y cuál sería mi sorpresa cuando uno de aquellos miércoles mi madre me preguntó qué hacía yo por la calle con una chica….bueno, con una chica…. En aquel momento estábamos estudiando en aquella ciudad unos ocho polesos y, a día de hoy, no sé si el ojo del Gran Hermano local estaba en la cabeza de uno de ellos o el espíritu de El Rasán se había trasladado hacia las terrazas de la Plaza Mayor.

Lo que puede comprender, y esto es algo que creo que sabemos mejor las personas que nos hemos criado en pequeñas localidades, es que todo se sabe, con el tiempo todo se sabe, y cuando no todo se sabe, al menos todo se cuenta.

Pero también puede aprender más tarde, que las personas más interesantes –y por cierto, las que acaban siendo más valoradas por el público- son aquellas a las que todo esto les importa más bien poco, quienes aprenden a actuar en este teatro del mundo como realmente les apetece o más cómodos se sienten.

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Estos recuerdos me llevan directo al tema de la identidad. ¿Existe una identidad polesa? En mi caso no puedo decirlo, pues suelo ubicarme mentalmente dentro de un amplio espacio y me gusta indicar que soy: Nacido en 1970 en algún lugar del Sur de Europa, en el Norte de España.

les Campes
Mi punto de partida, la Plaza de Les Campes. Imagen actual. Fuente: Ayuntamiento de Siero – Área de Turismo.

Sin embargo, la introspección realizada para construir este pregón, me ha permitido comprender que el hecho de haber vivido en un contexto pequeño pero plural, sí ha determinado parte de mi identidad.

Al construir nuestra identidad fusionamos la percepción de quienes somos como sujetos individuales con la percepción de pertenencia a ciertos grupos e, implícitamente, la no pertenencia a otros.

Los Pepitas
Los Pepitas en la subida al prau de El Carmín, 1980. Fuente: Medina, E. (2017). Nosotros, los polesos.

No resulta extraño verificar el sesgo de pertenencia en cualquier agrupación, e incluso en algo tan sencillo como dividir a un grupo de niños para jugar al pañuelo, podemos comprobar como muy pronto surgen los sentimientos de pertenencia y las curiosas comparaciones. Y eso por no hablar de las fiestas; ¿o es que hay fiestas mejores que las de nuestra localidad? No debemos olvidar que aquí se dice: “Tres cosas tiene la Pola que no las tiene Madrid, las fiestas de Les Comadres, Huevos Pintos y El Carmín”. ¡Ahí queda eso!

Los Cascaos
Los Cascados en la subida al prau de El Carmín, 1980. Fuente: Medina, E. (2017). Nosotros, los polesos.

En este punto, me gustaría recordar que en Pola de Siero una forma de medir el tiempo es fragmentar el año atendiendo a sus festividades. Comadres, Huevos Pintos y Carmín no son sólo celebraciones sino indicadores del avance de la vida.

De este modo la realidad trascurre entre fiesta y fiesta y los acontecimientos se enmarcan en bloques temporales perfectamente identificados: «no te terminan la obra ni para el Carmín», «yo creo que el año pasado en Les Comadres ya tenía el negocio abierto».

Esta realidad pude vivirla con más cercanía cuando iba a nacer Carmen, mi primera hija. Cuando estábamos fuera de Pola de Siero y nos preguntaban por la fecha de parto, ante la respuesta de que sería para la segunda quincena de abril, la mayoría de las personas nos decían: ¡Qué bien, para la primavera! Sin embargo, cuando esta respuesta era dada a algún poleso de toda la vida, en no pocas ocasiones respondía con una rapidez mental sorprendente: ¡Anda, para los Huevos Pintos!

Y cuando llego el embarazo de nuestra segunda hija, de Cayetana, y el parto se preveía para finales de mayo, la sentencia fue bien clara: Esta ya te salió más de Oviedo, va a nacer para el Martes de Campo.

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Un tema determinante en mi construcción de la identidad ha sido acceder a diferentes realidades dentro de los límites del pueblo. Incluso a realidades complejas de otros mundos.

Quizás por necesidad de superación o por la sensación de creer que uno está perdiéndose algo muy interesante al otro lado de la carretera, lo cierto es que haber nacido aquí te da una motivación intensa para avanzar y descubrir mundos, de ser -o como mínimo sentirse- cosmopolitas.

En este sentido, fue para nosotros una ventana al mundo la llegada de refugiados al Municipio, a finales de los noventa. Nos dijeron que Cruz Roja había alojado en el Hostal Siero a un grupo de jóvenes nigerianos, acogidos por motivos políticos, y poco tardamos mi amiga Cristina Corujo y yo en pasar a conocerlos y organizar un intercambio de inglés-español. Sobre todo con Prince Kennedy, que acabaría siendo unos de los principales defensores de la población africana en Asturias, y con quien hoy coincido en diferentes actos.

Pero no siempre eran necesarios los visitantes para ampliar el mundo, pues muchos vecinos maravillosos caminaban por aquí con una visión absolutamente abierta ante la vida. Podría hablar de tantos que excedería el tiempo del pregón pero, aunque sesgado, al menos citaré a unos pocos:

NACHO RODRÍGUEZ, PREGONERO DE LAS FIESTAS DE EL CARMÍN 2005.FOTO:PABLO NOSTI
Nacho Rodríguez (a la dcha.) pregonero de las fiestas de El Carmín, 2005. Fuente: El Comercio, fotografía de Pablo Nosti.

Nacho, el de Zara, uno de los hombres más elegantes, amables y creativos que he conocido. Él era el fiu de Pepe el guardia, y acabó siendo uno de los hombres de confianza de Amancio Ortega en el área de creatividad del Grupo Inditex. Nacho se fue muy pronto, demasiado, pero no sin antes enseñarnos la realidad de la movilidad social y que los límites sociales son creaciones mantenidas por algunos viejos elefantes que pueden sortearse caminando tranquilamente entre sus pesadas patas.

Como también demostraron el valor de la meritocracia mis amigos los Gemelos, los fios de Tonín, el del garaje, uno comandante aéreo y otro diplomático. O Juan, el fiu de Juan el de los viajes, hoy hombre de la City londinense.

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Fotografía de José Luis Barcia. Fuente: Instragram, @joseluisbarcia

Si pienso en los más jóvenes, en la generación de mi hermano, también encuentro buenos ejemplos, como Pedro, el juez. O José Luis Barcia, premiado y aplaudido fotógrafo con 25.000 seguidores en redes sociales, por descubrir con un iPhone los claroscuros y las perspectivas de las ciudades.

Pero no fueron los primeros, pues otros hubo antes que rompieron aún más barreras,y en ese sentido solo puedo agradecer el ejemplo de una gran persona que he visto en la sala, y que también ha sido pregonero y conoce bien la realidad que he descrito: Don José María Quirós, actual presidente de la Caja Rural de Asturias. Todo un señor.

Y es que pronto intuí que el poder social, más que por dinero, se tiene por el duende, por la magia de tener algo especial que aportar en sociedad. Loreto, que tiene un bar, desde siempre me ha dicho, y me consta que todo lo dice de muy buena fe: tanto tienes, tanto vales, no se puede remediar.

Pero aquí muchos descubrimos que lo que hay que tener no tiene por qué ser dinero o linaje, sino que también puede ser talento, creatividad, alegría, cortesía, constancia, buen porte o buenos modales, que ya se sabe que abren muchas cosas.

 

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Permitidme terminar este apartado con un personaje mundano, que muchos hubo y hay en esta villa, aunque destaco a una persona con especial cariño: a una prima de mi abuela, de nombre Dolores y de apodo La Burralda. Dolores o Dolorones, vivió y trabajó de cuidadora de niños para grandes familias de Oviedo, Madrid y Lisboa, y cuidó entre otros a la cantante Massiel, cuando era niña.

Dolores, o Dolorones vivió intensamente el amor y la sexualidad, se adelantó medio siglo a la vida y emitió por su boca maquillada de rojo carmín tantos “tacos” como pudo. Cuantos más y más rápido mejor, y si te ofendías, te jodías, como bien recordaba Dolorones.

Dolores La Burralda
Una de las actividades preferidas de Dolores era sentarse al borde de la piscina. Fuente: Facebook.

Hasta que su cuerpo se lo permitió iba a nadar todos los días, y hasta que su cuerpo aguantó salía perfumada y protegida por mil collares y anillos a tomarse un sándwich y un café, pero un día se desplomó en la calle y acabó en la Residencia Covadonga, aquí enfrente, arropada por las Hermanas de los Ancianos Desamparados.

Murió cantando. Después del desayuno, y tras cantarle a las monjas, falleció hace pocos años Dolores la Burralda. Ella tuvo tres sueños, el primero era que le tocase la lotería para alquilar un helicóptero, sobrevolar la Pola y defecar sobre todos aquellos que la habían criticado por su estilo de vida. También soñó –y así lo dijo hasta el final de sus días- con acostarse con un negro para descubrir el secreto del continente africano. Esos sueños no pudo cumplirlos, pero sí el tercero.

Siempre dijo que donaría su cuerpo a la ciencia para que siguiesen tocándola, para que los jóvenes estudiantes de Medicina le prestasen atención y caricias eternas. Desde marzo de 2014, Dolores ya descansa en la facultad de Medicina de Oviedo. Genio y figura.

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Pero cambiemos de tema, pues me gustaría hacer un pequeño guiño al Arte, pues debo reconocer que mi amor por el arte se fraguó aquí.

Es posible que sea un rasgo de mi carácter, un sentimiento estético que hubiese aflorado en cualquier lugar del mundo. Pero también creo que la forma en la que se plasmó tuvo su epicentro en esta Casa de la Cultura. Bueno, también en el hecho de tener una curiosa madre, mezcla de perito mercantil, mamma napolitana y lectora de Jovellanos, que no pudo suponer que al prohibirme estudiar Bellas Artes estaba creando un monstruo, un ser que necesita tener alguna creación siempre a la vista. ¿Cómo empezó todo?

En la academia de Azucena. No recuerdo cuántos niños podíamos entrar en aquella vivienda-escuela de pintura, ni cuántos hórreos, montañas y ríos llegamos a dibujar allí. Lo qué si recuerdo es que cada uno, según su pericia, terminaba los lienzos mejor o peor pero luego… pero luego llegaba la mano maestra de Azucena y con unos cuantos giros de muñeca remataba la pintura y salíamos de allí con unos cuadros magníficos, creyéndonos buenos pintores y nuestras familias más satisfechas que los pavos reales. Ya ven, fundamentos de motivación. Puro Mister Wonderful.

En aquel momento había un verdadero respeto por la pintura. Nuestro artista local, formado en París, era Casimiro Baragaña. Su obra estaba en la Iglesia y en el Ayuntamiento, y él ocupaba la terraza de El Rasán como si estuviese en Saint Germain.

Casimiro Baragaña. La Nueva España 14.11.2016
Casimiro Baragaña. Fuente: La Nueva España (14-11-2016).

Y muchos amigos de la pintura lo imitábamos, aunque como ocurría con Faulkner en “Amanece que no es poco”, se nos recriminaba: Pero hombre, ¿cómo se le ocurre copiar al maestro, no ve que en este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Casimiro Baragaña?

Esto me transporta a las subastas de El Ventolín, ese fantástico grupo folclórico que realiza una subasta de arte anual para la captación de fondos. ¿Curioso, verdad? Cuando era adolescente, disfrutaba viendo cómo subían las manos cuando se mostraba sobre el escenario una obra de Carlos Sierra… ¡y cómo incrementaba el bisbiseo cuando se indicaba que un pujador anónimo se llevaba la pieza de Baragaña! Creo que desde aquellos momentos supe que algún día sería mayor, y en otra vida, en otro mundo, sería un pequeño coleccionista de Arte, al menos un coleccionista imaginario.

Subasta El Ventolín
Subasta de arte de El Ventolín. Fuente: Facebook.

Por eso desde aquí, ya que tengo el privilegio del micrófono, reivindico el rigor y el máximo respeto al Arte y al artista en los principales soportes de comunicación de las fiestas. Por muy populares que queramos hacerlas, la cartelería es un elemento artístico que, por favor, deben hacer los creadores y por supuesto cobrar por ello pues, hasta el momento, los artistas también comen y pagan la luz. Una cosa son los trabajos escolares y otra, muy distinta, las creaciones que pueden aspirar a formar colección por su belleza o su capacidad comunicativa.

Programas de las fiestas

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Pero comencemos la fiesta, que para eso estamos hoy aquí, y me gustaría terminar con un viaje a la última Kermés.

Como dice la RAE, una Kermés es una fiesta popular al aire libre. Este tipo de fiestas, habitualmente con carácter benéfico, suelen ser sencillas, pero en nuestra Villa era todo un baile nocturno para celebrar el cierre oficial de las fiestas del Carmín. Y a las Kermeses íbamos, por supuesto, vestidos como a una boda.

La Kermés
Kermés del 61. Fuente: Medina, E. (2017). Nosotros, los polesos.

En esta Pola de Siero fin de siglo se marcaba una tendencia que habría de llegar hasta hoy, a pesar de ir contra el estilo estético dominante. Desde hace pocos años, en las sociedades occidentales se valora saber estar mostrando no querer estar. Al menos en las apariencias externas. Y así terminamos en nuestros días considerando tendencia el hecho de ir a una boda vestido como para no ir a una boda, o asistir a un acto institucional vestido como para no ir a un acto de representación institucional, pero aquí, en la Villa, ya desde el fin de siglo se impone la tendencia contraria: vestirse para ser, estar e ir más allá todavía. Y si en los noventa la gente se vestía los domingos como para parecer ir de domingo hoy, además, la gente se viste los domingos para ir al vermú de Les Campes como para ir a la misa del domingo de Ramos. Y si se tercia, como para ir de boda, que no va uno a comprar ropa solo para ponerse un día.

El grupo Los Gabiteros, en la Kermés de 2013. Fuente- La Nueva España
Las últimas horas de la Kermés. Toda historia tiene su final. Año 2013. Fuente: La Nueva España.

Y ahora me gustaría invitaros a disfrutar de una última kermés, en el Parque, alrededor del quiosco de la música. ¿Ya habéis reservado mesa y botella de champán? Hacedlo, por favor, pues esa noche nos iremos a bailar. Ya están brillando las primeras estrellas… ¿Escucháis la música?

En un lateral de la pista, Chiti la del polesu, como una Frida Kahlo local, cuenta sus penas y alegrías. No sabe si está bien o mal, pero sabe que la gente la aprecia y la abraza con ternura.

Chiti la de El Polesu
Chiti, la de El Polesu. Imagen cedida por su tía Lolina y su primo Juan.

Lejos de la orquesta, Cabielles, Sabino Corujo y Ovidio Moro han reservado mesa para jugar una divertida partida al Monopoli. Uno quiere comprar el barrio de La Isla y otro se inclina por los edificios históricos, mientras Fredi les dije que prefiere su libreta de autógrafos de chicas guapas.

En la mesa contigua, Pili Domínguez, Juanín, Mario el de la Notaría y Peranchi, están pensando que algo hay que hacer por la Pola, que está muy muerta. Hay que crear asociaciones, sociedades culturales, gastronómicas o lo que haga falta, que hay que mover a la gente. ¡Y que les cambien el champán por sidra achampanada!…por eso de la tierra. Y Don Carlos, el cura, asiente.

Los del Ventolín irrumpen en la pista con una versión bailable de El Xiringuelu adelantándose casi 20 años a Rodrigo Cuevas, y María José –la neña de Silvino- muestra ante el mundo que los complejos solo son para los débiles.

Pepe Nosti. Autorretrato.
Pepe Nosti. Autorretrato. Fuente: Facebook.

Me pierdo en mis pensamientos mientras observo la mesa de Díaz Esnal y Marichu, los pediatras; el matrimonio Cepa y Pepe Nosti, nuestro Marqués de Cubas, que atusando su bigote inglés con la punta de los dedos les dice que en poco tiempo habrá que salir en busca de la elegancia perdida.

Elena la del Pumarín intenta persuadir a Conchita la de La Petaca para que comparta la fórmula de La Prubina. Al fin y al cabo, es un patrimonio cultural. Pero a mi poco me interesaban aquellas discusiones, pues los ojos azules de una chica me habían bloqueado. “Carolina, se llama, pero olvídalo, no quiere ninguna relación pues está pensando en otras cosas, en su profesión y quizás en marcharse a vivir a Londres”.

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Míticos de la Pola. La Nueva España 5.8.10
Clásicos de la vida social y el asociacionismo poleso. Fuente: La Nueva España (2010).

De repente el escenario es ocupado por decenas de míticos. ¿Quién pone frenos a Tati y a Rosario, que ya ocupan los primeros puestos? Pepu y Natalia Ruisánchez hacen pruebas de voz y los Cascaos empujan a los Pepitas porque quieren estar en primera fila. Josefina Feijo soluciona el conflicto, y Gorín se niega a quitar la boina, que para eso es catedrático.

El escenario está lleno y Claudio, el de la biblioteca, trata de poner orden, pero Jenaro le dice que no se preocupe, que hoy no es el día. Se abre un espacio cuando suben María, la del Lóriga, y Verónica Villa. Manuel Cantera observa al acecho y Valentín, el del Abre, insiste en que preferiría estar en el Rincón Cubano. Su hermano César discute con los Chicos 10 porque le han llenado el bar de polvos pica pica.

Un golpe seco, de platillos, marca el silencio. Un profundo silencio mientras Maite y José Ángel Embil, frente al grupo, sacan con suavidad sus batutas. Suena la banda y María José, la chinita, arranca por Celia Cruz: Todo aquel que piense que la vida es desigual, tiene que saber que no es así, que la vida es una hermosura, hay que vivirla. Ay, no hay que llorar, que la vida es un carnaval, (y) es más bello vivir cantando.

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Matrimonio Cepa-Beltrán de Heredia
Matrimonio Cepa-Beltrán de Heredia, con personalidad propia (1986). Imagen cedida por Mónica Cepa.

Y aquella noche, los de la Pola que hoy peinan canas o que ya no están con nosotros, se dijeron unos a otros tómate esta botella conmigo, y en el último trago nos vamos. Y así se cerró una época, aquellos años noventa del pasado siglo….¿y ahora…?

Ahora y siempre podremos preguntarnos con una cierta sonrisa qué fue del siglo XX, qué fue de King Kong, de los psiconalistas y de Mario Conde en la Feria de Abril…qué fue del siglo XX. Qué fue de Mecano, el latín y la Bola de Cristal. Ya se han quedado atrás.

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Mis amigos de infancia y adolescencia de Pola de Siero, testigos de una época; de Llanes y el Serna, de las Naves de Villaviciosa, de largas noches en Oviedo….y del Abre César.

Mis amigos insisten en que no quieren ir a casa porque todavía pueden tomar una más en el Abre, mientras esperan a que llegue la procesión del Cristo, pues aunque faltan unos cuantos meses, tarde o temprano acabará pasando. Pero yo prefiero quedarme allí, en aquel espacio ya despejado.

Se apagan las últimas luces y pienso en Gatsby, pues todo parece indicar que “así vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado”. Es posible que al lugar donde uno ha sido feliz no debiera tratar de volver, pero sí llevarlo en el recuerdo. Al fin y al cabo, cuando ya nadie hable de nosotros, siempre podremos conservar una sonrisa canalla al recordar esta última Kermés.

Al ver las mesas vacías y el escenario ya recogido, con el ruido de los primeros coches y vecinos del día, recuerdo que caminé hacia casa y pensé:

La he encontrado, lo sé. ¿Pero cómo lograr que se fije en mí, con lo poca cosa que soy? Pues con mis dos armas, las que suelo utilizar para todo: con constancia y creatividad… ¿Pero podré realmente llamar su atención, seré capaz de enamorar a Carolina? Pero amigos, amigas, eso ya es otra historia y forma parte del siglo XXI.

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Polesas, polesos, familia, amigos de la infancia, de adolescencia y amigos de adultez, que “gustazo” tener aquí a los diferentes grupos con los que he ido disfrutando en sucesivas etapas, compañeros de trabajo y de la vida social, queridos colegas de fundaciones que hoy veo por aquí, siempre presentes. Asistentes… disfrutad de las fiestas, y disfrutad de los recuerdos, que ya sabéis que las emociones se activan cuando se recuerda el momento en que fueron vividas. Y como la magdalena de Proust, quizás baste tomarse la última prubina para recibir de nuevo todas las emociones de aquel tiempo pasado.

Vivan las fiestas de El Carmen. Viva el Carmen y el Carmín.

 

 

 

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