Name-dropping

Dicen que las memorias publicadas por James Costos, embajador de EE.UU. en España en la era Obama, tienen mucho name-dropping de famosos. Una palabra que comienzo a escuchar o leer con relativa frecuencia y que significa, sencillamente, lanzar nombres de personas importantes a lo largo de una conversación (1).

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Jaime Aledo. «Pelos en la espalda», 2004.

Como el paciente del cuadro de Jaime Aledo que, en su sesión de psicoanálisis, lanza por la boca pompas de colores, conozco a un inversor que proyecta nombres como el que sopla pompas de jabón. No recuerdo las veces que ha comentado que ha estado con Sol Daurella, presidenta de Coca Cola Europa, o que le disculpemos porque tiene que devolver una llamada al Ministro; así hasta componer un curioso collage de nombres, un gotelé o cuadro puntillista compuesto, en este caso, por ricos y poderosos. ¿Hace falta explicar con más detalle en qué consiste el name dropping?

Es una tendencia social, cuya dinámica es tan simple como elegir el sector o ámbito en el que queramos presentar nuestra actuación en el teatro del mundo. Después, si conocemos –aunque sea someramente- a personas notables de este sector, debemos recordar bien sus nombres de pila (siempre será mejor decir Javier, que Javier Solana) y pequeños detalles para lanzarlos con la agilidad con la que los peces emiten burbujas.

Tamara
Tamara de Lempicka. Fuente: ABC

Otra posibilidad que nos ofrece el name-dropping es que no es necesario conocer a las personas para dejar caer sus nombres en las conversaciones; al fin y al cabo, lo más importante es que el relato sea coherente con nuestro estilo de vida. La pintora Tamara de Lempicka decía que había conocido al Rey Alfonso XIII cuando éste se encontraba en el exilio y había llegado a posar para ella como modelo en diferentes ocasiones. Nunca se les ha visto juntos ni llegó a presentarse su retrato en ninguna muestra, aunque unos ochenta años más tarde se encontró un lienzo inacabado que podría ser el cuadro del Rey. No obstante, poco importa si la historia fue cierta o no, pues lo verdaderamente interesante es que contribuyó a reforzar la imagen sofisticada y mundana de Tamara entre la élite europea y norteamericana y, muy especialmente, entre su principal coleccionista (2).

No soy amigo de utilizar el name-dropping –creo que me siento lo suficientemente cómodo en las relaciones sociales como para no recurrir a esta herramienta de persuasión-, pero reconozco que me divierte escuchar a las personas que la utilizan y, sobre todo, identificar con qué nombres construyen su microuniverso.

Hay personas que lanzan nombres de la escena nacional y otros se centran en la local, cada uno según sus áreas geográficas de actuación. Unos recurren a grandes empresarios y poseedores de patrimonios; otros a presidentes de sociedades de festejos y grupos gastronómicos.

Algunos nombran a políticos y líderes sociales y otros citan a los fontaneros del poder, que saben todo lo que ocurre tras las bambalinas y bajo las alcantarillas; y no faltarán quienes hablen de artistas y dirán que han coincidido con Leonor Watling y Jorge Drexler añadiendo que, por cierto, son muy simpáticos. Incluso conozco a una mujer que construye su imaginario entre la justicia, la ciencia y la Iglesia, así que tan pronto te nombra a un magistrado como a un fiscal, a un cardenal o a un investigador principal.

Por cierto, no faltan quienes consideran viejuno practicar el name dropping y prefieren saltar al terreno audiovisual, haciéndose retratos con personas importantes para mostrar, en cualquier conversación, las imágenes de sus “colegas”. Vamos, el selfie dropping.

¡Qué continué el gran teatro del mundo!

(1) El diccionario Cambridge define «name-dropping» como el acto de hablar sobre personas famosas a las que uno conoce, a menudo haciendo ver que las conoce mejor de lo que realmente ocurre, con objeto de parecer más importante y especial.

(2) Historia recogida en la muestra «Tamara de Lempicka. Reina del Art Decó» comisariada por Gioia Mori y organizada en Madrid por Arthemisia entre los meses de octubre de 2018 y febrero de 2019.

 

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