El origen del mundo

@AntonioBlancoTW

El origen del mundo siempre me ha parecido una obra de arte enigmática. Tan evidente pero tan misteriosa como la vida social. Quizás por ello esta imagen irrumpió en mi memoria al inicio de una clase de introducción a la Sociología.

Desde hace más de diez años imparto clases de Sociología en los grados de Ciencias Económicas y Empresariales y seminarios de Psicología Social en másteres de Dirección de Empresas. Con cierto pudor he de reconocer el interés que despiertan estas sesiones entre los asistentes gracias, posiblemente, a que disfruto practicado una fusión entre lo intelectual y lo superficial; entre lo académico y lo frívolo, para explicar el arte de la vida en sociedad. Pero hace un par de cursos el grupo de alumnos de primero eran especialmente reacios a enfrentarse a la materia, así que recordé el cuadro de Gustave Courbet y pregunté, tratando de mirar a todos los presentes: “¿podríais decirme qué utilidad tendrá estudiar fundamentos de Sociología para vuestra vida cotidiana?, ¿o para vuestra futura profesión?”.

“Para poca cosa, nosotros somos futuros economistas o directivos de empresas”, dicen unos, reforzados por el asentimiento de los más simpáticos del grupo, que pronto entran en escena para añadir: “¿Para cubrir seis créditos del expediente?”.

“Se aceptan estas dudas” – añadí- “pero, ¿no creéis que vuestra vida, vuestros pensamientos, emociones y, en especial los comportamientos, están influidos por la sociedad de la que formáis parte?, ¿vuestra personalidad es anterior a la sociedad o viceversa?”

Según lo esperado, alguien levantó la mano para defender su individualismo, su carácter libre de cualquier influencia. “Yo paso de lo que dicen los demás” –respondió otra persona con voz segura. Era el momento de entrar en escena y dejar a la audiencia en un estado de cierta parálisis.

“Bien –contesto a quien acaba de defender su independencia frente al mundo-, no quiero que me respondas pues no tengo interés en tu intimidad, solo piensa en tu pubis. Y el resto de la clase también, mujeres y hombres, os agradecería que pensaseis por un momento en vuestros pubis. ¿Están depilados?, ¿quizás alguna persona presuma en la intimidad de la ausencia total de vello?, ¿algún tatuaje próximo a las zonas erógenas?”.

Tras observar cincuenta miradas incrédulas y detectar a alguna persona lanzarse al móvil para enviar un mensaje rápido –con la consiguiente prohibición por mi parte-, les recuerdo en la pantalla del aula la imagen de “El origen del mundo” (1); un pequeño lienzo que permite visualizar el impacto de las tendencias sociales en toda nuestra identidad. La modelo del cuadro pintado por Courbet en 1866 lucía con orgullo un vello muy poblado y, en la década de 1960, se reforzó esta tendencia bajo los condicionantes del movimiento hippie. Luego llegarían adaptaciones a una ropa interior cada vez más estrecha y ahora, ahora es suficiente con pasear por una playa mixta, en la que “textiles” y nudistas conviven en armonía, para comprobar que el impacto de las modas y las tendencias ha llegado hasta la peluquería púbica.

No solo la gente que nos rodea, sino también los protagonistas de series como Sexo en Nueva York o las fotografías de la revista Vogue, pasando por la campaña publicitaria de Gucci en la que la depilación en forma de G sería todo un gol de Tom Ford, han llegado a impactar hasta en los lugares más ocultos de la vida en sociedad. Y es que toda nuestra identidad -incluso aquellas áreas partes del cuerpo y los pensamientos que no mostramos ante otros-, está influida por el contexto social y las tendencias de cada época.

P.D.: Y así, como he comenzado una clase de Sociología para no sociólogos, buscando un golpe de efecto para captar la atención y despertar el interés (sí, como si fuese un publicitario), doy por inaugurado este blog sobre el arte de vivir en sociedad, con apuntes e historias de Sociología mundana y de Psicología social utilizando el Arte como apoyo y como herramienta didáctica. Responsabilidad social, tendencias sociales y calidad de vida, prejuicios y estereotipos, relaciones sociales y construcción de la sociedad civil serán algunos de los temas a poner sobre la pantalla, ¿por dónde comenzar?

Por el momento, entrando al «Cabaret» de Liza Minnelli y tomando sitio pues, al fin y al cabo, estamos ante el gran teatro del mundo.

(1) Thierry Savatier ha escrito un interesante ensayo sobre el cuadro de Gustave Courbet y su itinerario, desde que fuera pintado en 1866 para el diplomático turco Khalil Bey hasta su adquisición por el psicoanalista Jacques Lacan y su llegada final al Museo de Orsay, donde se encuentra en la actualidad. Referencia: Savatier, T. (2006). L’origine du monde. Histoire d’un tableau de Gustave Courbet. Paris: Éditions Bartillat. Edición en español: Savatier, T. (2009). El origen del mundo. Historia de un cuadro de Gustave Courbet. Gijón: Editorial Trea.

El origen del mundo
Sobre la cajonera del escritorio descansa el excelente libro que acabo de leer sobre la historia de El origen del mundo. Estoy de acuerdo con su autor: “Esta obra de Courbet, escandalosa y arrebatadora, posee un poder de fascinación tal que la convierte en una pieza única de la historia del arte occidental”.
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