La modernidad líquida (1) nos permite crear un personaje dinámico, ligero y libre de corsés estáticos, ofreciéndonos un catálogo –podríamos decir un lookbook– de estilos personales para renovarse o morir. Enamorados eternos de la moda juvenil, buscando ropa-complementos-música-fotos-comidas-bares que nos diferencien pero, a su vez, que sean capaces de sorprender-divertir-seducir-desear-impactar a quienes nos rodean. El objetivo es buscar un estilo propio para causar emociones fuertes en los demás, un estilo que además se irá moldeando según tendencias y temporadas pues reconocemos gustosos vivir en una sociedad sin rutinas.

El dinamismo de todo lo que fluye nos enseña a surfear las olas de las modas y a vivir dentro de un fabuloso hipermercado; un establecimiento lleno de reclamos y luces de neón, de ofertas y productos de temporada. Así caminamos por la vida con un carrito en el que vamos cargando uno o dos libros de psicología pop, tres o cuatro gadgets tecnológicos, una figura budista y dos velas relajantes para los momentos místicos, un puñado de alimentos ecológicos con regusto romántico a ajonjolí y vida rural, y dos kilos de cereales para la fuerza de superhéroes urbanos.
Mientras cargamos el maletero del coche verificamos la buena compra del día; con el par de vida sana que llevamos en las zapatillas de running, los tres kilos de arte que logramos con el tríptico del skyline de Nueva York y los 75 ml de vida canalla que nos proyecta la ginebra Bulldog, somos especiales-únicos-estrellas de nuestro microuniverso. Y deseamos compartirlo con ansiedad. Con ansiedad por el estatus.

Pero…¿cómo evitar la ansiedad cuando queremos ser únicos en una sociedad tan organizadita, eficaz y predecible? (2) Si acepto gustoso el seguimiento de tendencias, me meto en medio de un tornado que me obliga a la veloz renovación de hábitos y estilos de vida, sin tiempo para pensar si realmente me interesa pararme en la estación de eso que llaman estilo propio -libre del imperio de lo efímero– (3). Por otro lado, cuando sigo las recomendaciones de Monocle para ser absolutamente in y singular….y espero recibir por ello un puñado de cumplidos en la vida real y al menos cincuenta likes en la vida virtual, ¡qué duro es comprobar que otras cincuenta personas están hoy haciendo lo mismo!
Y es que más allá del ser o no ser, esta es la cuestión: ¿Cómo demonios ser uno mismo y, al mismo tiempo, ser animales sociales? ¿Se puede saber dónde se venden las apps con las claves paso-a-paso para solucionar esta dualidad? ¿Es nadie piensa innovar y diseñar una aplicación que indique el top 10 de los productos mejor valorados en el hipermercado del estilo personal?
P.D.: Escribo esta entrada un cuatro de enero, en plena inmersión festiva de Reyes. El violín flamenco de Paco Montalvo que suena en mi ordenador se mezcla con los sonidos exteriores de Mi burrito sabanero.
Notas:
(1) Bauman, Z. (2017). Reflexiones sobre un mundo líquido. Paidós: Barcelona.
(2) Ritzer, G. (1996). La Mcdonalización de la sociedad. Ariel: Madrid.
(3) Lipovetsky, G. (2006). El imperio de lo efímero. Anagrama: Barcelona.